La participación de las mujeres requiere de una reflexión continúa con ellas y de toda la comunidad. Su participación directa ha aumentado la valoración de su trabajo, su autoestima y ha fortalecido su confianza para la generación de propuestas. Esto a su vez, ha impactado las relaciones de género, es decir, ha contribuido en un cambio de la concepción del rol de la mujer y de la importancia de su participación en la toma de decisiones.
Después del acuerdo tomado con las comunidades, continuamos con la realización de un diagnóstico nutricional local, lo que nos lleva a la obtención de un autodiagnóstico de los problemas vividos en sus comunidades. Esto posibilita la ponderación jerárquica de los problemas y una mejor deliberación de las alternativas que se deben seguir para gozar del derecho a la alimentación y la salud, y mientras tanto a mejorar su dieta diaria.
En nuestra experiencia, a seis meses de implementado el Programa de Nutrición, se empiezan a tener resultados contundentes de mejoramiento del estado nutricional de la población.
Participación femenina.
Siendo que la participación de las mujeres indígenas es determinante en la solución de los problemas de salud en sus comunidades y considerando que hombres y mujeres pueden experimentar las mismas realidades en formas distintas por los roles de género culturalmente construidos, uno de los ejes fundamentales de los programas ha sido la cuestión de género. La participación activa de la mujer es condición indispensable en el proceso de búsqueda de alternativas que tengan como finalidad el mejoramiento de las condiciones de vida y salud en las regiones indígenas.
Así las mujeres indígenas son las que han tomado en sus manos, con apoyo del equipo de nutriólogas del
FISANIM, los programas impulsados, logrando establecer conjuntamente con ellas un sistema de vigilancia nutricional de sus hijos. Apoyando la disponibilidad de alimentos para las madres en periodo de lactancia, embarazadas, niños menores de cinco años y escolares.